La ansiedad es una adaptación natural que nos pone en alerta ante sucesos comprometedores. Se debe reconocer que un cierto grado de ansiedad proporciona un componente adecuado de precaución en situaciones que son peligrosas. Una ansiedad que sea moderada puede ayudar a que estemos concentrados y afrontemos los retos que nos pone la vida.
Sin embargo, en muchas ocasiones la ansiedad es desproporcionada con la situación y se puede llegar a presentar en ausencia de cualquier peligro, así de la nada. La persona llega a sentirse paralizada, indefensa y se deteriora física y mentalmente. Esto interfiere con las actividades normales de la persona, por lo tanto se considera un trastorno.
Los síntomas de la ansiedad son:
- Respiración acelerada.
- Temblores.
- Aumento del ritmo cardíaco.
- Sensación de nerviosismo o tensión.
- Sensación de peligro inminente o catástrofe.
- Sudoración.
- Cansancio y debilidad.
- Problemas para concentrarse.
- Insomnio.
- Problemas gastrointestinales.
- Dificultad para controlar las preocupaciones.
Si tienes varios de estos síntomas acude a tu médico y evita el problema se intensifique.